Marcelo González Gálvez
Antropólogo Social
A propósito de la carta del señor Sergio Villalobos, publicada ayer, me gustaría hacer algunas acotaciones.
En primer lugar, en su respuesta a la carta del señor Soublette, publicada el miércoles 6 de febrero, acusa a éste de permanecer ignorante respecto de las últimas investigaciones históricas y antropológicas sobre los mapuche (autodenominación que ellos se otorgan y por tanto perfectamente válida). Sin embargo, obvia de su posterior argumento las indagaciones de dos de los investigadores más connotados en la materia: Rolf Foerster y Guillaume Boccara, justamente porque contradicen su tesis positivista del mestizaje. Es importante destacar que los "tres siglos de convivencia pacífica" dejaron su huella en la Araucanía, pero que esa huella, lejos de ser entendida como una absorción -a la manera decimonónica-, debe leerse como una canibalización adaptativa ante los mecanismos impuestos por el poder colonizador, un poco en la línea de Viveiros de Castro, antropólogo contemporáneo probablemente desconocido para el señor Villalobos.
En segundo término, argüir que los mapuches urbanos no conocen las costumbres ni la lengua ancestral para sostener que en realidad no son mapuches es un argumento tanto reduccionista como injusto. Reduccionista, porque asume que la "cultura" es estática y que una vez perdida es irrecuperable, y, por tanto, no es un asunto de voluntad individual y colectiva, o en términos de Renan, un "plebiscito diario". Injusto, porque es bien conocido que la mayor parte de los mapuches urbanos pertenecen a una segunda o tercera generación de migrantes, y son hijos de sujetos que vivieron en carne viva la más terrible de las discriminaciones, cuestión ante la que se vieron obligados a ocultar sus creencias ancestrales.
En tercer término, y nuevamente por hacer caso omiso de las últimas investigaciones, fundamentalmente doctorales, es imposible sostener que los pehuenches conformaban una entidad completamente distinta a los mapuches. Lo mismo vale para los huilliches, pikunches o puelches. Estos términos en mapudungun funcionan como deícticos. Y si bien en ciertos contextos históricos se alcanzaron adaptaciones o alianzas particulares, esto no valida la propuesta realizada en 1989 por Villalobos, fundamentalmente si se conoce algo de la historia política de la Araucanía con anterioridad a su mal llamada "Pacificación".
Marcelo González Gálvez
Antropólogo Social
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